Se ha formado en Cataluña. Y bien que se le nota. Javier Puértolas, que es aragonés, de Binéfar, ha permanecido, a través de una ya larga carrera, en conexión con los ambientes catalanes, que también afectan a otros artistas de por aquí. Y en Puértolas no parece escaso el in¬flujo. Yo recordaría, ya que lo hemos visto en Zaragoza y puede dar alguna clave, a un Jaume Genovart (no Guinovart), tan representativo de la órbita Barcelonesa. Y en Barcelona vive el pintor que nos ocupa. Claro que la referencia a Genovart se hace, como siempre, para servir de guía. No se quieran apurar los parecidos.
Creo que Puértolas sólo se había presentado aquí en una colectiva. Esta es su primera individual entre nosotros. Y lo que nos trae tiene garra. Se compone la colección de óleos sobre lienzo — que proporcionan la base principal-, pinturas sobre papel, algún dibujo y varios aguafuertes. Entre la gráfica y la pintura se hallarán fechas desde 1979 hasta 1981, si bien hay originales sin data visible. Esto puede dificultar un poco la visita, aunque, al fin y a la postre, todo sea bastante unitario, por lo menos en la temática. El autor usa la denominación de paisajes, en sentido lato, lejos de lo más convencional, e incluso admitiendo otros motivos, como el pájaro, por ejemplo. Todo se relaciona con su preocupación por la naturaleza.
Es posible que los más antiguos sean los originales en re¬cuadros, como el que lleva la máscara antigás. Y también que evolucione hacia los más semejantes a los modos de la nueva abstracción, es decir, hacia esos trazos finos, como hierbas, o hacia los entramados de pincela¬das curvas. La preocupación común parece ser la ecología, lectura que da sentido ai con junto y carga de significados la alusión al paisaje. Se referirá Puértolas, en ocasiones de manera muy explícita, al deterioro del medio ambiente. Se repiten palabras como verde, árbol y hoja en caligrafía personal o en letras de plantilla. Se sirve también de actitudes simbólicas, del tipo de la tachadura o de romper el soporte.
La realización es bastante compleja. En el óleo entran «collages» de periódicos, cartón ondulado o cartulinas. Hay improntas, grafismos, números, letras, zonas de materia y tratamientos por aerografía. Hasta se verán obras, a modo de caja, con planos sucesivos- El color suele aparecer vital y cálido, sin merma del papel que a los verdes corresponde. Y la suma cuadra. No se si de todo esto sale, como dice Rai Ferrer, una pintura «antinuclear». Pero sale una pintura válida, vehículo de ideas. A. A.
HERALDO DE ARAGON
Domingo 15 de marzo de 1981